El estreno de una película dirigida por Steven Spielberg es un acontecimiento cinematográfico en sí, para los espectadores de una generación que hemos crecido y aprendido a amar el séptimo arte viendo su cine. Tres años después de Lincoln nos llega El puente de los espías en donde vuelve a reunirse con uno de los actores que se han amoldado mejor a su universo, Tom Hanks.
Situada en el Brooklyn de finales de la década de los cincuenta, en plena Guerra Fría, James Donovan es un antiguo abogado penalista, llegó a estar presente en los juicios de Núremberg, que en la actualidad le hace el trabajo sucio a una compañía aseguradora, al que le encargan la defensa de Rudolf Abel un espía que trabaja para la URSS. Donovan lo hará lo mejor posible, porque es su deber, aunque sea cuestionado por sus compañeros de profesión, la sociedad e incluso por su familia. Por otro lado, los rusos derribarán un avión espía estadounidense capturando a su piloto, y en la RDA un estudiante norteamericano será detenido cuando intentaba sacar a su novia del Berlín Este durante la construcción del muro. Y Donovan se encargará de asumir la nada fácil tarea de negociar el canje de los prisioneros.
El puente de los espías es puro clasicismo. Spielberg bebe de Alfred Hitchcock, Frank Capra, Carol Reed y John le Carré para mostrarnos la trastienda de la diplomacia. Y el guión firmado por Matt Charman y los hermanos Coen se enriquece a base de pequeños detalles, sin los cuales sería muchísimo más formulaico, pero se desprende de cualquier cinismo, en ningún momento llega a cuestionarse el comportamiento de las autoridades estadounidenses que habiendo capturado a un espía ruso permitieron que no sufriese en prisión, mientras que los dos prisioneros norteamericanos sí que padecieron todo tipo de calamidades.
El principal problema de El puente de los espías es que a pesar de un excelente prólogo en donde vemos cómo se le da caza a Rudolf Abel el film se va desinflando, perdiendo garra, a pesar de que Steven Spielberg nos regale algunas grandes escenas, como por ejemplo la del derribo del avión espía estadounidense.
James Donovan es un hombre íntegro que hace lo que tiene que hacer aunque no sea bien visto por ello. Personajes como este, son perfectos para Tom Hanks, porque al igual que le sucedía a James Stewart, es la representación del bien, viéndole no vamos a pensar que no actuaría con la diligencia de un buen padre de familia. Aunque no esté a la altura de la animalada que hizo en Capitán Phillips, una de las mejores interpretaciones de su carrera y una de las que más me han maravillado en los últimos años, ni me emocione como en Salvar al soldado Ryan, su primera colaboración con Steven Spielberg, no se le puede reprochar nada a Hanks, está impecable y cómodo en la piel de un personaje que se le da de maravilla.
No sabemos mucho Rudolf Abel. No es un agente de la KGB al uso, es un hombre frágil e incluso entrañable de más de sesenta años al que le gusta pintar que probablemente se convirtió en un espía porque no le quedaba otra. Para Al Pacino el intérprete británico es el mejor actor del mundo y es realmente asombroso lo que hace en El puente de los espías. La composición que ha hecho Rylance es tan milimétrica y transmite tanta verdad que dan ganas de abrazarle. Es el alma de la película y no solo se adueña de ella cada vez que aparece sino que la eleva. No extraña que Spielberg comenzase a cortejarle hace casi tres décadas.
También es destacable el brillante trabajo de diseño de producción realizado por Adam Stockhausen, ganador del Oscar por El gran hotel Budapest, que ha logrado recrear el Berlín Este totalmente destruido después de la Segunda Guerra Mundial. Así como la fotografía del polaco Janusz Kaminski, cuya textura cambia cuando retrata las prisiones del Bloque del Este. John Williams no pudo asumir la composición de la banda sonora, por un problema de salud ya superado, y le sustituyó Thomas Newman y a decir verdad, a base de homenajear al maestro, ha sabido adaptarse a un film de Spielberg aunque echemos mucho de menos a su compositor de cabecera.
El puente de los espías no es una obra cumbre en la obra de Steven Spielberg pero aunque no veamos en este trabajo la genialidad del director sí que no podemos negar que sea uno de los estrenos más destacados de este año.